Un smartphone es lo más cerca que algunos de nosotros estaremos de un hijo o hija. Al inicio es desesperante, no lo terminamos de entender y nos mantiene despiertos toda la noche experimentando una mezcla entre fascinación y disgusto.
Empezamos por enseñarle algunas palabras necesarias, comenzamos a sentir que nos comunicamos, que realmente lo/la entendemos, descubrimos nuevas habilidades que no imaginábamos en el/ella y creamos un vínculo emocional.
Y justo cuando estamos disfrutándolo al máximo sale al mercado un nuevo modelo, con mayores capacidades, más barato, más bonito, más inteligente.
Así que lanzamos el anterior a la basura y compramos uno nuevo, para empezar una vez más como orgullosos padres o madres con un nuevo ciclo de enseñanza/aprendizaje.
(El autor no recomienda lanzar a la basura ningún tipo de teléfono móvil, pues estos tienen componentes altamente contaminantes. Lo correcto es informarse sobre los centros de acopio que reciben este tipo de desechos y donde con un poco de suerte se les dará un tratamiento adecuado)
No hay comentarios:
Publicar un comentario