jueves, 4 de julio de 2013

En el centro de la última fila

He visto y experimentado algunas cosas durante toda una vida de pasajero de bus, pero por mucho la más desagradable fue la de hoy.

Viene el bus con todos los asientos llenos, estoy al final comiendo presa con el resto de la gente.
Este mae, que está en el centro de la última fila de asientos se levanta en la parada de la Fidélitas y empieza a bajar las gradas. La señora de al lado le dice:

-Muchacho ahora se limpia, que se embarró de tierra.

El mae mientras sigue bajando y como es natural se pasa la mano por el pantalón con intención de sacudirse y es entonces cuando se levanta triunfal e inequívoco el olor a mierda. El bus continúa mientras los que hasta hace un momento estaban al lado del pobre infeliz se mantienen en una especie de negación al tiempo que miran el asiento vacío, bueno, si no tomamos en cuenta el parchón de mierda y la bolita aun integra en la frontera entre asiento y respaldar.

El mae no fue quien se cagó, pero se bajó del bus con culo y mano embarradas. Mientras las señoras contenían el vómito y especulaban si el pobrecito iría para clases yo me cuestionaba el cómo y el por qué de la mierda en el asiento.

Digo, entiendo que si va a cagar lo haga en la última fila, pero yo tal vez hubiera escogido el asiento de la esquina.